23.4.10

Ovillejos;del "Quijote" (Miguel de Cervantes)


¿Quièn menoscaba mis bienes?
Desdenes.
Y ¿quién aumenta mis duelos?
Los celos.
Y ¿quién prueba mi paciencia?
Ausencia.
De este modo, en mi dolencia,
ningún remedio se alcanza,
pues me matan la esperanza,
desdenes, celos y ausencias.
¿Quién me causa este dolor?
Amor.
Y ¿quién mi gloria repuna?
Fortuna.
Y ¿quién consiente en mi duelo?
El cielo.
De esto modo, yo recelo
morir deste mal extraño,
pues se aúnan en mi daño
Amor, fortuna y el cielo.
¿Quién mejorara mi suerte?
La muerte.
Y el bien de amor, ¿quién le alcanza?
Mudanza.
Y sus males ¿quien los cura?
Locura.
De este modo, no es cordura
querer curar la pasión,
cuando los remedios son
muerte, mudanza y locura.
Miguel de Cervantes Saavedra
España; 1547-1616

19.4.10

Nanas de la cebolla (Miguel Hernandez)


Amamantado (Norberto Uribe)


--o--

(Dedicadas a su hijo después de recibir una carta

donde su mujer le decía que solo comía pan y cebolla)



La cebolla es escarcha

cerrada y pobre.

Escarcha de tus días

y de mis noches.

Hambre y cebolla,

hielo negro y escarcha

grande y redonda.


En la cuna del hambre

mi niño estaba.

Con sangre de cebolla

se amamantaba.

Pero tu sangre

escarchada de azúcar,

cebolla y hambre.


Una mujer morena

resuelta en luna

se derrama hilo a hilo

sobre la cuna.

Ríete, niño,

que te traigo la luna

cuando es preciso.


Alondra de mi casa

ríete mucho.

Es tu risa en tus ojos

la luz del mundo.

Ríete tanto

que mi alma al oírte

bata el espacio.


Tu risa me hace libre,

me pone alas.

Soledades me quita

cárcel me arranca.

Boca que vuela,

corazón que en tus labios

relampaguea.


Es tu risa la espada

más victoriosa,

vencedor de las flores

y las alondras.

Rival del sol.

Porvenir de mis huesos

y de mi amor.


La carne aleteante,

súbito el párpado,

el vivir como nunca

coloreado.

¡Cuanto jilguero

se remonta, aletea,

desde tu cuerpo!


Desperté de ser niño:

nunca despiertes.

Triste llevo la boca:

ríete siempre.

Siempre en la cuna,

defendiendo la risa

pluma por pluma.


Ser de vuelo tan alto,

tan extendido´

que tu carne es el cielo

recién nacido.

¡Si yo pudiera

remontarme al origen

de tu carrera!


Al octavo mes ríes

con cinco azares.

Con cinco diminutas

ferocidades.

Con cinco dientes

como cinco jazmines

adolescentes.


Frontera de los besos

serán mañana,

cuanto en la dentadura

sientas un arma.

Sientas un fuego

correr dientes abajo.

buscando el centro.


Vuela niño en la doble

luna del pecho._

él, triste de cebolla,

tú, satisfecho.

No te derrumbes.

No sepa lo que pasa

ni lo que ocurre.

Miguel Hernandez
(Orihuela; 1910-Prisión de Alicante; 1942)